YO SECARÉ TU LÁGRIMA
En Cereceda los muchachos teníamos prohibido llorar.
- Hay que ser valiente, te decían. Mira los chivines que no lloran ni los corderines aunque sus madres se vayan a la dehesa o a los Rasos o a la sierra.
Y es que nuestras madres estaban muchas veces fuera de las casas trabajando o lavando en el río.
Hasta que ibas a la escuela tenías que vivir en casa de la abuela o de una vecina o en la " Escuelita " de doña Fermina.
El buen tiempo te obligaba a salir al campo.
Yo fuí muchas veces con mi madre a sembrar patatas, a zacharlas, a acogumbrarlas y a regarlas.
El último surco del cantero era una buena cuna para que, tapado con la toquilla, te echaras un sueño mientras tu madre manejaba la azada.
También los surcos de las tierras tenían en sus vados la forma de una cuna.
Un haz de bálago seco era un colchón excelente para que durmieras y permitieras a la madre atar los haces de trigo o de cebada.
Y en las Eras o en el Teso, los " gatines " veíamos dar vueltas a las vacas o a los burros con el trillo, mientras a la sombra de la hacina, dormíamos.
- Estos muchachos serán buenos trilliques porque desde pequeñines están acostumbrados a pasar el día en las Eras, se decían unos " gatos " abuelos a otros.
En la foto un " gatín " que " no levanta dos palmos del suelo, quiere secar la lágrima del ojo lloroso pintado en la pared.
- Yo secaré tu lágrima, está parloteando mientras, con el trapo en la mano, intenta alcanzarla.
Foto pinterest.es
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