lunes, 22 de septiembre de 2025

 HASTA QUE VUELVA EL MI MARIDO DE LA SIEGA 





- Hasta que vuelva el mi marido de la siega . . .  " .

Esta frase se podía escuchar por las calles de Cereceda al paso de alguna mujer casada, con la hoz en la mano.

Las señoras " gatas " se atrevían a segar y a regar y a cuidar de su prole con el coraje de una mujer acostumbrada desde niña a esos menesteres.

Los maridos se iban a la siega en Villamayor o en Aldeatejada, lugares en los que la cosecha maduraba antes que en Cereceda.

A su regreso al pueblo - con unas pesetas en los bolsillos - debían terminar de segar " la su cosecha ".

Mi madre y yo - mientras esperábamos el regreso de mi padre - " íbamos segando unos años en la Puente San Martín y otros años en la Monte la Rade ".

Esas dos tierras estaban muy cercanas al pueblo y permitían atender las otras obligaciones : Regar el agua del pueblo a las horas que te tocaba en cada duda, acudir a los linares por la mañana o por la tarde para destapar la poza y, como obligación primera, acudir a ordeñar las cabras cada mediodía.

Esa forma de vida la conocí en Cereceda por los finales de los cuarenta, durante los cincuenta y en los inicios de los sesenta del siglo pasado.

Hoy guardamos esos recuerdos, como años felices en nuestras vidas.

 

Foto  Google.com    

 

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