miércoles, 1 de octubre de 2025

LA BURRA CON LA ESQUILA







Muchos de los animales - ovejas, cabras y vacas - que se movían por las calles y los montes de Cereceda, llevaban al cuello una cencerra.

Pero, aunque mis recuerdos están muy vivos todavía, no recuerdo que ninguna burra llevara una cencerra o una esquila.

En mi opinión era muy difícil que una burra se perdiera en la dehesa boyal de Cereceda.

La burricá - el conjunto de los burros - solía aposentarse en el Majadal y allí trotaban, saltaban, lanzaban cabriolas al aire y roznaban.

El sonido del rebuzno - también se dice rebusnar - se oía por toda la dehesa y, aunque desconozco ese lenguaje asnal, era frecuente que, una vez iniciado el concierto, al momento estuvieran los 30 animales rebuznando.

En Cereceda se llamaba " burricá " a la reunión de los burros aunque casi todo el ganado asnal allí reunido eran burras.

En mis viajes por algunos pueblos turísticos de la costa mediterránea me he encontrado burras con adornos en la albarda y en las cabezás y hasta en el rabo, y recuerdo que alguna llevaba un colgante con cascabeles que al caminar sonaban " a gloria ", según su dueño.

La burra Manolita de Guadalest - un pintoresco pueblo de la montaña alicantina muy próximo a Benidorm - estaba siempre adornada y con cascabeles al cuello, dispuesta para pasear a turistas y a llevar al bolsillo de su dueño algunas monedas y algún billete.

La burra de la foto se ha subido ella solita a esperar que le abran la puerta del chicorzo en el que ella come y duerme en las frías noches de Cereceda, porque en verano ni se acerca por el pueblo, y, si su dueño la necesita, deberá ir hasta el Majadal, con las cabezás en la mano, a buscarla.


Foto  pinterest.es

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