DEJEMOS HUELLAS BONITAS
A los muchachos de Cereceda - " gatines " según el diccionario " gatuno " - nos gustaba dejar huellas en la nieve del campo escolar.
Marcábamos las huellas de las albarcas antes de entrar a la escuela, que era a las diez y media de la mañana , y nuestra " pena " era que habían desaparecido cuando salíamos al recreo a las doce.
A mí me gustaba dejar mis huellas en la carretera de Ciudad Rodrigo a Béjar, aunque mi madre me echaba unas reprimendas " de las gordas " porque los calcetinas de lana - de las ovejas de casa y hechos por mi madre - aparecían mojados antes de ir a la escuela.
Aquellas huellas habían desaparecido cuando regresaba a casa a la una y media, la hora de salida de la escuela.
Por allí habían pasado ovejas y cabras y hasta vacas, que habían pisoteado mis huellas.
En verano me gusta dejar mis huellas en la arena de la playa de El Albir.
Duran muy poco porque es una playa de mar abierta y las olas se encargan de borrarlas.
Es posible que las " huellas " del blog Pataloso sean más duraderas.
Por esa razón me gusta que sean " huellas bonitas ".
Foto pinterest.es

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