domingo, 27 de marzo de 2016

A LA VEGA






El Domingo de Pascua, " al salir del Rosario " los niños, las niñas y los jóvenes de Cereceda nos íbamos a la Vega a comer el hornazo.
Mi abuela Fausta hacía el hornazo para sus nietos, Pauli, Sidro y yo, pero cada uno teníamos que poner nuestro nombre en el hornazo.
Yo hacía una tira larga con la masa y con ella " fabricaba " una  A, que ponía sobre mi hornazo: Dos tiras verticales, que formaban un ángulo de 45 grados y una tira que las unía hacia la mitad.
Mi hornazo tenía dentro un huevo. A esa merienda, que íbamos a comer a la Vega, se añadía una botella de gaseosa de la fábrica del Chiche de Tamames, que hacía un cuartillo, un cuartillo de agua de Tamames con un poco de gas.
Si el Domingo de Pascua llovía, Ciso, Domi, Mero, Paco, Manolo, Juanín y yo comíamos el hornazo en una camilla de la sala  " chica " de mi casa, que era bar, en la que mi madre nos ponía un hornazo grande, el tamaño de un pan, lleno de chorizo, jamón, y algún huevo, a los que mi padre añadía unas botellas de gaseosa.
Hoy, con el recuerdo de 65 años, todavía me veo alrededor de la camilla junto a mis amigos, aunque con dos sillas vacías.
                                          Fotografía   www.hosteleriasalamanca.es

Etiqueta        Costumbres

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