EL RELOJ DE LA SECRETARIA
Aunque es posible deducir que en el ojo de buey del campanario, en tiempos hubiera habido un reloj, nadie lo recuerda.
Cuando comenzamos las obras de la iglesia, en ese lugar nos encontramos " una alambrera de gallinero " que servía para que las pelotas no se colaran en la iglesia cuando se jugaba al frontón en la plaza, y para evitar que los pájaros entraran en la tribuna.
El reloj " oficial " de Cereceda estaba en la secretaría. Era un reloj redondo, grande, parecido a los despertadores, colocado en la pared " de enfrente " cuando se miraba desde la carretera.
La secretaría, que estaba donde hoy está el bar cerrado del ayuntamiento, tenía una ventana. Una ventana un poco o un mucho alta desde el suelo. Por esa ventana se veía la hora.
Ese reloj regulaba la vida de los niños y niñas de Cereceda. Don Lamberto mandaba a algún niño mayor " a ver " la hora de ese reloj para terminar las clases.
Ese reloj regulaba los despertadores del pueblo. Unos despertadores con las horas señaladas por números romanos. El cuatro lo ponía con cuatro rayas, en lugar del I y del V.
Para destapar la poza por la mañana o " para coger el agua " - pasar de un vecino a otro - era ese reloj quien marcaba la hora. A la poza se iba con el despertador " puesto en hora " por el reloj de la secretaría.
Hoy mi recuerdo es para aquel reloj de la secretaría que regulaba la vida de un pueblo, y , que, como las romanas o la bocina del alguacil, desconozco dónde " duerme el sueño eterno de un reloj parado ".
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