miércoles, 9 de diciembre de 2015

VAMOS A HOJA

Ir a juntar hoja era uno de los trabajos propios del invierno en Cereceda.
Consistía en acudir al quiñón que te hubiera tocado en La Piñuela, en Las Nogalitas, en Los Valles o en cualquier otra zona del monte comunal, y recoger las hojas caídas de los robles.
El " método " con sistía en rozar primero con una hoz las matas que estorbaban para que con un rastro de hierro o de madera se pudieran juntar las hojas.
A mí me gustaba ir a hoja el segundo día. Lo más normal era que el primer día se fuera a juntar hoja hasta mediodía desde las once de la mañana porque antes hacía mucho frío y el suelo estaba helado.Otro día se iba con el carro, se juntaba " otra poca " - " otros brazados " decíamos en el pueblo - y ya se traía para casa.
La hoja se subía al carro a brazados. Los brazados se hacían apretando la hoja con el rastro contra las piernas. Había vecinos que llevaban una escalera para subir los brazados al carro, siempre por la parte de atrás. El carro cuando se estaba cargando, se parecía a los cantenedores que tienen los ayuntamientos para recoger podas o escombros, de forma que se llenaban primero los laterales y luego el centro del carro.
Algunos vecinos cortaban algún roble viejo para la lumbre, lo trozeaba y escondían los trozos en ese hueco, que una vez tapado con la hoja ya no era visible.
Cuando se iba a hoja se aprovechaba para " traer secarones ", que eran ramas secas de los robles que " estaba permitido cortarlas y servían para encender, porque , cuando hable de la lumbre, explicaré que casi siempre la lumbre se hacía con raíces que estabán húmedas o mojadas.
La hoja se utilizaba para " cama " de los animales. La gente decía " vamos a hoja para cama del corral.

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