viernes, 2 de noviembre de 2018
POEMA DE NOVIEMBRE
Nicho de Miguel de Unamuno en el cementerio de Salamanca
¡ Oh, Señor, Tú que sufres del mundo
sujeto a tu obra,
es tu mal nuestro mal más profundo
y nuestra zozobra ¡.
Necesitas uncirte al infinito
si quieres hablarme,
y si quieres te llegue mi grito
te es fuerza escucharme.
Es tu amor el que tanto te obliga
bajaste hasta el hombre
y a tu Esencia mi boca le diga
cuál sea tu nombre.
Te es forzoso rasgarte el abismo
si mío ser quieres
y si quieres vivir en ti mismo
ya mío no eres.
Al crearnos para tu servicio
buscas libertad,
sacudirte del recio suplicio
de la eternidad.
Si he de ser, como quieres, figura
y flor de tu gloria,
hazte, ¡ oh, Tú Creador, criatura
rendido a la historia ¡.
Libre ya de tu cerco divino
por nosotros estás,
sin nosotros sería tu sino
siempre o jamás.
Por gustar, ¡ oh, Imposible ¡, la pena
quisiste penar,
te faltaba el dolor que enajena
para más gozar.
Y probaste el sufrir y sufriste
vil muerte en la cruz.
y al espejo del hombre te viste
bajo nueva luz.
Y al sentirte anhelar bajo el yugo
del eterno Amor,
nos da al Padre y nos mata al verdugo
de común dolor.
Si has de ser, ¡ oh, mi Dios ¡, un Dios vivo
y no idea pura
en tu obra te rinde cautivo
de tu criatura.
Al crear, Creador, quedas preso
de tu creación,
mas así te libertas del peso
de tu corazón.
Son tu pan los humanos anhelos,
es tu agua la fe ;
yo te mando, Señor, a los cielos
con mi amor, mi sed.
Es la sed insaciable y ardiente
de sólo verdad;
dame, ¡ oh, Dios ¡, a beber en la fuente
de tu eternidad.
Méteme, Padre Eterno en tu pecho,
misterioso hogar,
dormiré allí, pues vengo deshecho
del duro bregar.
Salmo III. Miguel de Unamuno
www.los-poetas.com
Foto www.tribunadesalamanca.es
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