MI TORTUGA ESTÁ TRISTE
Hace treinta años los Reyes Magos - a petición suya - le regalaron a mi hija dos tortugas y una pequeña tortuguera de plástico.
Una de las tortugas murió en un corto espacio de tiempo. La otra - de nombre Diana - continúa formando parte de la familia.
Diana vive en una pequeña " piscina " de plástico con agua hasta la mitad. Unos 18 litros de agua, que debemos renovar cada día en otoño e invierno. En la primavera y en el verano es necesario cambiar el agua de la " piscina " dos veces al día.
Diana se alimenta de " gammarus ", pequeñas gambas desecadas y de un alimento moderno elaborado con restos de pescado. Una vez al día le proporcionamos su alimento.
Pero mi tortuga solamente come en época de calor : desde Abril hasta Octubre. El resto del año se dedica a dormir y a vivir de sus " reservas."
Cuando la familia " cogíamos" vacaciones, la tortuga se iba con nosotros. Tan sólo fué un año a Cereceda. Un verano. Un viaje de 1.600 km.
Una vecina se ofreció a cuidarla para evitarle los nervios del viaje.
Ella era una gran amante de los animales. Les hablaba en varios idiomas. Su vida errante le enseñó idiomas. Nacida en Andalucía emigró a Inglaterra, Francia y Alemania. Cuatro idiomas para hablar con sus " amigos " los animales.
Desconozco qué idioma empleaba `para hablar con Diana pero las dos se entendían muy bien.
Hoy mi tortuga está triste. María, su cuidadora " a temporadas " ha fallecido.
Mi tortuga está triste,
porque, tú, María, te has ido.
Mi tortuga está triste,
pero yo no te olvido.
Allá donde te hayas ido
cuida perros, gatos y tortugas,
tortugas que vivan en el agua
como vive Diana, tu gran amiga.
Always !
Pour toujours !
Immer !
¡ Hasta siempre, María !
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