domingo, 27 de septiembre de 2020

 HOY ES DOMINGO


Ha sacado una sillina a la puerta de la casa y se ha sentado a ver pasar a la gente. Su gato  hace guardia

subido en la parte de abajo de la puerta.

- Hoy está usted muy elegante, señor...

- Afrodisio. Me llamo Afrodisio Martín de la Iglesia. Nosotros hemos sido once hermanos, seis chicos y cinco chicas. Yo soy el más pequeño de los chicos. Detrás de mí hay dos chicas, Laura y Raquel. A mí me pusieron Afrodisio porque el cura que me bautizó se llamaba D. Afrodisio. Era de un pueblo pegando a la capital. Era muy majo, y estuvo aquí de cura ventitrés años. Desde aquí se fué a la residencia de los curas, y allí murió. Tenía noventa y cuatro años.

- Pero la gente ...

- La gente del pueblo me llama Frodi, porque mi madre me llamaba así. Mis hermanos me llamaban Disio, y mis hermanas Disi. Como ve, tengo cuatro nombres. En la mili me llamaban el cabo Afrodisio.

Hoy parece usted un señor de la capital.

- ¡ Va !, cosas de  Juana. Juana es mi mujer . " Que hoy es domingo y tos van remudaos y mu guapines, " me dice. Y yo le digo " ¡ si ya no voy a encontrar novia ! ". Pero, ya ve usted, la mujer ...

-Desde aquí ve todo lo que pasa en la plaza.

- Me saco la sillina de mi mujer, me siento y veo pasar las horas. Yo no tengo reloj. Me guío por la gente : Que Juan va al bar, pues son las tres. Que es Luís quien va al bar, pues son las tres y media. Que quien va es  Nicanor, pues cinco minutos más. Que va el " bueno " de mi cuñado, pues son las cuatro menos cuarto. Es que a mi cuñado Serafín le gusta echarse la siesta después de comer, y siempre llega tarde a la partida. Yo ya no voy a jugar la partida, ni a las cartas ni al dominó, porque no veo bien los puntos negros de las fichas. Ando mal de la vista. De lejos veo muy bien pero de cerca... Ya no leo más que las letras grandes del periódico. 

- Y esa gorra que lleva hoy ...

- Es la gorra de los domingos. Yo los días de a cada día llevo una gorra negra, que le dicen bilbaína, pero los domingos la mujer me prepara ésta, y ésta me pongo.

- Y hoy lleva zapatos.

- La mujer me obliga. Cuando yo era niño llevaba albarcas todos los días. Mi madre tenía once hijos para comprar zapatos. Mi padre decía que en lugar de labrador, tenía que haber aprendido el oficio de zapatero.

- Señor Afrodisio, que disfrute usted de la tarde, y que Dios le conserve la salud muchos años.

- Gracias, hijo, y a usted también.

Foto pinterest.es


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