domingo, 27 de diciembre de 2020

 VA A MISA EL ZAPATERO A PEDIR A DIOS QUE SE MUERA ALGÚN CARNERO

Esta frase se la escuché al Padre Macías, Pepe el fraile, que se la decía a un hombre que en Cereceda arreglaba los zapatos.





En Cereceda, cuando se moría algún carnero por los años o por el hostigo, que era el viento frío del Norte acompañado de lluvia o granizo, que castigaba a ovejas y carneros, el dueño lo " desollaba ", quitar la piel, y aprovechaba la carne.

La piel se subía al " sobrao " y se extendía en una barda verde preparada para la ocasión y colgada de una viga. Podía ocurrir que el pielero acudiera a pregonar por las calles su presencia y comprara esa piel o que el zapatero, necesitado de piel de carnero, al enterarse de la muerte del animal, acudiera a casa del dueño del carnero y le comprara la piel.

La piel de carnero era excelente para sus trabajos en la zapatería y el precio era inferior a los precios de las pieles curtidas que compraba en la capital.

En Cereceda los zapateros -  yo conocí al tío Chan y al señor Antonio - que vivían los dos en la carretera que atraviesa el pueblo, eran " zapateros de viejo o zapateros remendones, especializados en echar suelas o poner tacones.

Mi padre utilizó en alguna ocasión la piel curtida con cal y ablandada en el Periquito para coser las coyundas, aunque el prefería la piel de perro o de gato para realizar ese trabajo artesanalmente : lezna  para hacer los agujeros y sebo o manteca para convertir las tiras en hilos más finos.

Yo cosí algunas pelotas para el juego pelota con tiras de piel de cordero, pero eran muy blandas, y prefería las tiras de piel de perro que me proporcionaba el pastor.

Foto google.com

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