ALLÁ SE ESCUCHA EL SILENCIO
Tengo un amigo, viejo lobo de mar, a quien le gusta en las tórridas noches de agosto salir a la mar.
Mi amigo siempre dice la mar.
Yo digo el mar.
- En eso nos diferenciamos: que tú eres de tierra adentro y yo soy de la mar, me dice sonriendo de mis carencias de términos marinos.
Yo le pregunto por lo que se escucha en la soledad de la bahía, con las luces de Altea - un precioso pueblo junto al Mediterráneo- al fondo y sus dos cañas de pescar a la espera de que alguna lubina o alguna dorada " pique ".
- Todas las noches consigo dos o tres para mi cesta.
Porque haces trampas. Son " piezas " que se salen de las piscifactorías y tú las engañas con tus anzuelos, le digo para minimizar su " hazaña ".
- Allá, a solas, se escucha el silencio, me dice.
- Pero si el silencio no habla, " hombre de Dios ", que era como mi abuela llamaba a los que creían en los espíritus.
- Le digo, maestro, que yo escucho el silencio de la noche y el ruido que hacen las estrellas cuando caen a la mar.
Yo, que soy hombre de tierra " adentro ", le dejo con sus sueños nocturnos y prefiero pensar que mi amigo " está un poco o un mucho loco " de tanto mirar al azul del mar y a las estrellas.
Foto pinterest.es
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