CAMINO A LA CUMBRE
Hace ya algunos años - antes de comenzar las peregrinaciones de Agosto iniciadas con nuestro gran amigo Serafín el año 2.008 - una persona me habló de la subida a la Peña de Francia desde El Cabaco por una ruta que yo desconocía.
Un buen madrugón me llevó caminando hasta El Cabaco. Silencio total en ese pueblo en el que yo tengo muy buenos amigos.
Pasado el cementerio, sale el camino hacia la Peña de Francia.
Es un camino, a ratos con una pendiente muy elevada, y otros con más tranquilidad en la subida.
Aquella mañana lo habían recorrido, con anterioridad a mi persona, los jabalíes. Zonas con terrones levantados, piedras movidas y otras señales de su paso, me hicieron temer que me los encontrase cerca de mi marcha.
Ni los vi, ni los " olí ", aunque quizás ellos si me olieron a mí.
El camino me agradó porque tiene tramos preparados para los caminantes con maderas cruzadas en horizontal y protegidos en su final con otros troncos clavados en el suelo. Parecían los peldaños de una escalera. Incluso estoy seguro que el constructor utilizó un palo para medir la altura de cada peldaño, pues eran muy regulares.
Me costó mucho esfuerzo la subida hasta enlazar con el camino por el que yo había subido en otras muchas ocasiones.
Si tardé más o menos que por La Nava, el Casarito y la llegada a la Fuente de Simón Vela, nada puedo asegurar porque subí sin molestarme en mirar el móvil. Yo hace muchos años que tengo el reloj " encerrado " en un cajón.
Me presenté muy temprano en la cumbre, pero había madrugado más que en la peregrinación " popular " organizada desde la Plaza de Cereceda.
Además, como iba yo solo, unas veces fué muy rápido y otras más lento. Es la ventaja de subir en solitario.
La desventaja es el miedo a encontrarme con algún jabalí " despistado."
Foto informacion.es. Esta foto muestra una escalera muy " parecida " a la que yo recorrí.
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