viernes, 25 de octubre de 2019
LA RONQUERA
La llegada de los primeros fríos acompañados de heladas y nevadas, unidos a la carencia de prendas de abrigo y de calzado apropiado ( íbamos simpre con albarcas ) traían a nuestras gargantas la ronquera.
Era una " enfermedad " que no necesitaba los cuidados de Don Juan, el médico de Cereceda en mis años de niñez.
Mi abuela y mi madre acudían - como todas las mujeres del pueblo - a los remedios caseros.
Preparaban una infusión de cebada cocida y colada a la que añadían miel. En algunas familias se echaban a esa infusión unas gotas de vinagre.
...Y ¡ a hacer gárgaras !.
A mí no me gustaba que le pusieran vinagre porque me escocía la garganta y me hacía " renegar ", además de " lacrimear " los ojos.
Mi padre decía que la infusión de cebada y miel era " cosa de señoritos " por esa razón para él las gárgaras había que hacerlas con aguardiente. Un aguardiente de Garcibuey o del Soto, que era " alcohol de 90 grados."
Las gárgaras las hacíamos al levantarnos de la cama y antes de lavarnos los ojos con el remedio que he explicado en varias ocasiones : agua recién cogida del pozo y echada en la palangana en la que se introducían las tenazas " al rojo vivo."
En mis recuerdos no figura ninguna pastilla para quitar la ronquera, tan solo el remedio " casero " de todas las mujeres de Cereceda.
Foto guiainfantil,com
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