jueves, 7 de junio de 2018
ARRIMAR EL HOMBRO
Arrimar significa acercar, aproximar.
Cuando se decía la frase era para animar a alguien que miraba nuestro trabajo a tomar parte en él. Solicitábamos su ayuda para que el trabajo nos fuera más llevadero o se terminara en menos tiempo.
Muchas veces no era esa parte del cuerpo la que debían poner aquellos a quienes pedíamos que arrimaran el hombro.
- Estamos recogiendo dinero para hacer una farra y tú podías arrimar el hombro.
Recuerdo muy bien casos en los que se pedía la ayuda mediante la fuerza del hombro.
Cuando en la acarrea del trigo o de la cebada, alguien " volcaba " el carro cargado de bálago, la ayuda que pedía era " arrimar el hombro.". En el camino de Zarzoso había una zona que se llamaba - y se llama - el Tumbadero. Era una bajada desde la zona llana de la Cruz del Regajo hacia el cauce del río Yeltes. Un trozo de ese camino junto a un prado que ayer era de mi familia y hoy es mío, los carros volcaban con facilidad. Había que soltar las vacas del yugo del carro, había que quitar muchos haces, y luego había que pedir ayuda para tornar el carro a su posición. Era necesario que unos cuantos hombres " arrimaran el hombro."
La colocación de las vigas para hacer el tejado suponía una necesaria ayuda de los vecinos. Había que arrimar el hombro.
El retorno al pueblo desde los " praos " con el carro cargado de heno, solía ser otra buena ocasión para pedir que " arrimaran el hombro " quienes pasaban por esos caminos, porque los carros solían " volcar ".
Hoy los caminos son pistas, el trigo ha desaparecido de la agricultura de Cereceda y el heno se siega con máquinas - abandonando la guadaña - se empaca y el tractor las deposita en los corrales.
La imagen de un carro cargado de bálago o de heno, volcado en un camino, se ha perdido, y las vigas de los tejados hoy son de hierro y las coloca la " pluma " de un camión.
Foto www.google.es
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