EL JUEGO DE LA BRISCA

Muchas de las personas que cada verano acuden a Cereceda tienen una gran afición a jugar a las cartas.
En la calle Larga se pueden encontrar dos mesas - que no " corros " - con las cartas en la mano.
Pedro y Kike organizan Campeonatos de Mus y de tute durante las fiestas veraniegas en el bar de sus padres.
Recuerdo los Campeonatos de 2.009 a 2.015 en los que Pedro, el dueño del bar, hizo acopio de trofeos en ambas modalidades.
Los Libros de Fiestas de esos años han dejado constancia fotográfica de Campeones y Subcampeones. Trofeos, botellas de buen vino, chorizos o paletas de cerdo se unían a los trofeos. Algunos de esos " manjares " los disfrutábamos en el bar al atardecer en auténtica armonía de " gatos " y " gatas."
Nadie ha organizado un campeonato de brisca.
La brisca, junto al julepe por la noche, eran los juegos de cartas " propios " de Cereceda.
La salida de Misa de 12 era el inicio de la tarde del domingo en invierno.
El plato de garbanzos, las " tajás ", el vaso de vino traído de la Sierra y la pelliza eran señal de una tarde de brisca en casa de Tito o en casa de Cándido.. Esa tradición continuó en los bares de años posteriores.
Antes de la Misa mi padre preparaba los braseros y los colocaba en el huerto para que el " cisco " se encendiera ante la llegada de los corros de jugadores de brisca.
Aquellos jugadores se sentaban en corro, alrededor de una camilla, con un brasero a los pies, un café negro, llegado de estraperlo desde Portugal, un papel y un lápiz para anotar los juegos.
Yo observé durante años aquellas partidas, aquellos gritos, aquellas " palabrotas " cuando el compañero daba mal las señas o cuando alguien se levantaba de la camilla porque tenía que ir a atender el ganado.
Unas veces eran por la tarde . Otras veces eran entre copas de aguardiente de Garcibuey y huno de cigarros " ideales," o de petaca y zig zag, hasta altas horas de la madrugada. El lunes " no había oficio que hacer" en un campo helado por el frío de la noche.

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