EL ANGELUS DE LA TARDE

                               Cuadro de Josef Kinzel ( 1.903 )

En los pueblos de Castilla era costumbre tocar las campanas a las 12 del mediodía para anunciar el Ángelus.
En Cereceda se retrasó una hora el toque. La campana se escuchaba a la una de la tarde. Era la hora de la comida.
Cuando estábamos trillando en las Eras o en el Teso, ese toque anunciaba que pronto llegaría la comida y un rato de descanso para los animales que movían el trillo y para los trilliques.
Hoy he hablado de este tema con un amigo médico, nacido y criado en un pueblo pequeño de Castilla y me ha explicado que en su pueblo tocaban también el Angelus de la tarde.
- Era hacia las siete de la tarde. Si estábamos en un linar o en un prado o en una tierra, mi padre se quitaba la gorra y rezaba en silencio. El mismo gesto que hacía cuando la campana de la torre anunciaba el Angelus de la mañana.
Desconozco si en algún tiempo ese toque de la tarde se realizó en Cereceda.
Yo recuerdo que alguna vez lo hablé con Serafín, sacerdote e hijo de Cereceda.
- Nacho, aquí a esa hora se toca la campana chica para llamar al rezo del rosario. Aquí se ha tocado siempre la campana para anunciar el Angelus de la mañana.
Como ese toque anunciaba la hora de la comida, yo recuerdo " con buena memoria " que el toque nos obligaba a correr con la cesta de la comida, camino de Valdecarros.
Era normal que a las doce abandonáramos la escuela para " ir a llevar la comida a mi padre que está sacando raíces en Valdecarros ", le decíamos a D. Lamberto.
Íbamos a casa, cogíamos la cesta y a caminar. En una hora llegábamos " de sobra " a Valdecarros. Pero por el camino había un Puente Cantería, un tejar, un río con peces y ranas, una fuente en El Regajo y otros mil " entretenimientos." A veces, cuando llegaba la hora del Angelus, estábamos en las Tierras Grandes. Era el aviso para acelerar el paso. Los hombres sabían que nos habíamos entretenido porque " hace un rato que ha sonado la campana."
La tarde, ya lo he contado, era para " sacudir raíces."
- Otra tarde sin escuela -  que dice mi amigo Isidro Marcos Martín.

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