sábado, 21 de marzo de 2020
EL TIZÓN DE NOCHEBUENA ( continuación )
Cuando nos casamos, Vitoriano y yo, subimos a Cilleros a comprar una cabra. Una cabra que estuviera " preñá " y nos diera leche para el desayuno y uno o dos cabritos. Aquella cabra parió dos cabritos. Vendimos el cabrito y nos quedamos la " chiva ". Subimos una tarde. Compramos una cabra al tío ... En Cilleros todos los hombres tenían mote. Vitoriano ató la cabra por los cuernos con la " volvedera ", y yo había llevao una lata con cebada. La bajamos andando por el camino de la Peña el Gato. Yo iba delante con la lata de cebada. Cada poco rato se la ponía para que comiera y se " enviscara," y Vitoriano venía detrás sujetándola con la " volvedera." Tardamos un rato en bajar, pero la cabra venía detrás de mí como un perro.
Daba muy buena leche y se dejaba ordeñar por la mañana y por la noche. Yo le daba un " rebojo " de pan al terminar de ordeñarla. Pero un día no se dejaba ordeñar de la teta izquierda. Tenía mastitis. Una enfermedad que le sale a las cabras en las tetas y no se dejan ordeñar ni que le mamen los chivos. Yo la " unté " con manteca y luego con aceite. Pero la cabra no se dejaba ordeñar. Entonces se lo dije a mi madre.
Mi madre me prestó el Tizón de Nochebuena. Vitoriano se " escarrapichó " encima de la cabra y le sujetó las patas. Yo puse el tizón con brasas en el suelo del corral y le eché agua que había cogido de la pila de la iglesia, como me había dicho mi madre. El humo del tizón le subió hasta las tetas.
Vitoriano me dijo que su madre también le curaba la mastitis a las cabras con el humo de un tizón.
A los dos días la cabra estaba curada y no se movía cuando la ordeñaba.
En Cereceda éramos las mujeres quienes ordeñábamos las cabras. Los hombres tenían callos en las manos de " sacar raíces con la espigocha."
Fotos Revista PATALOSO.
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