LA CARRERA DE BARCOS ( continuación )
A nosotros los " sermones " no nos importaban. La señora Francisca nos requisaba los barcos.
Al verla recogíamos los barcos y chapoteando en el agua, corríamos calle arriba.
Falta la señora Constantina, mi madre, que no veía las carreras porque mi casa daba para el huerto y la carretera de Ciudad Rodrigo. Pero siempre había alguien que entraba al bar y se lo decía: " Nachito está con los pies metidos en el agua que baja por la calle."
- ¡ Deja a los muchachos !. ¡ El agua entra por un agujero y sale por otro !, nos defendía mi padre.
- Un día se van a coger todos una pulmonía, replicaba mi madre.
- D. Juan los cura a todos. Es mejor que estén aquí a que se vayan a bañar a la toma de las Matas o al Puente Cantería.
Era el último razonamiento de mi padre.
Así eran las mujeres de la Calle Larga, y así éramos los intrépidos capitanes de " agua dulce."
Así eran las mujeres de la Calle Larga, y así éramos los intrépidos capitanes de " agua dulce."
Fotos Revista PATALOSO.
Constantino González Macías, GATO 2.019
Fernando Sánchez Hernández
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