lunes, 20 de julio de 2020


EL TAJO DE TRES PATAS







En todas las casas de Cereceda había un tajo de tres patas.
Algunas mujeres utilizaban la taja de cuatro patas para el trillo.
Era el tajo que llevábamos a las Eras para trillar.
El tajo que yo conocí y recuerdo en casa de mi abuela, debía llevar muchos años en la familia. Quizás provenía de una herencia familiar.
Con el paso de los años y el troqueteo del trillo las patas se habían desajustado. Entonces mi tío Horacio, mi padrino, que igual hacía un cesto que hacía una escalera para subir las gallinas a dormir encima de la leña del corral, se atrevió y le puso tres patas nuevas. Eran tres patas sacadas de tres bardas.
El " problema ", decía él, era equilibrar bien la longitud de las patas con el peso de la persona que se siente en el tajo. Cada pata tenía una medida, por lo que el tajo parecía desequilibrado, pero mi abuela y luego mi tía Floripe lo usaban solamente en dos ocasiones : en las eras para ponerlo en el trillo de los burros y en las matanzas.
El " matancero " que le daba a la máquina de hacer morcillas y chorizos lo tenía a su lado, para sentarse en los cortos espacios de descanso, que le dejaban las mujeres que ataban chorizos y morcillas.
El resto del año el tajo estaba en el sobrao o encima del montón de leña que había siempre en el corral.

Foto  google.com

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