LA ABUELA JUANA CON SU PAÑUELO Y SU PALO
A la abuela Juana - la llaman así aunque no ha tenido hijos ni tiene nietos - le gusta salir a caminar todas las tardes.
Ella espera siempre a sus dos compañeras de paseo - Jacinta y Laureana - sentada en una piedra de cantería que está en la esquina de la casa de Luisín, el esquilador de burros.
La maleza ha crecido entre la pared del corral y la piedra. " Es que, sabe usted, en el pueblo no hay barrendero, y, aunque el alcalde contrata todos los años a una persona para que quite las yerbas de las calles, vuelven a salir. La limpieza la hacen cuando van a venir los " señoritos " de la capital. Bueno, los hijos del pueblo que emigraron a la ciudad o al extranjero y vuelven. Les gusta que el pueblo esté limpio. Pero si cuando ellos vivían aquí había estiércol de las vacas, de las cabras, de las ovejas y de los burros por todas las calles. Ahora hay algunas yerbas, que a mi me gusta que estén.
- Pero las hierbas afean la calle ...
- Mire usted, en las calles, junto a las paredes, por donde baja el agua a los huertos crecen el perejil, la yerbabuena y la yerbabuena de burro. ¿ No la conoce, usted ?. Pues es santo remedio para la colitis. Otro día se lo explicaré, porque ya vienen Laura y Jacinta, mis compañeras de paseo. Ellas van muy elegantes con unos chándals que les han regalado sus hijas. Yo voy como usted ve.
- Va usted muy elegante con ...
- Me gusta llevar mi pañuelo a la cabeza y mi palo. Es que a veces sale el mastín de las ovejas y hay que amenazarle pa que se vuelva al rebaño. ¡ Quede con Dios !, joven.
- Adiós, abuela Juana.
Foto pinterest.es
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