jueves, 4 de junio de 2020


EL LIBRO DE COCINA PIADOSO

Una seguidora del blog me cuenta en un correo una curiosidad que ella ha observado en algunas recetas heredadas de su madre.
Su madre medía el tiempo de cocción por credos, padrenuestros y avemarías. Alguna rara vez lo hacía con la salve.
Ese mismo reloj utilizaba mi madre y mi tía Floripe :
- Este caldo necesita un padrenuestro para estar caliente, decía.
Yo pienso, y antes pensaba igual, que mi tía rezaba el padrenuestro un poco lenta, porque en ese tiempo la sopa se quedaba igual de fría que lo estaba antes.
Yo nunca supe - y hoy sigo sin saberlo - cuánto tiempo hay que tener el tocino en la sartén para que se fría.
Mi madre decía que eran necesarios tres padrenuestros. Ella freía el tocino en la lumbre del suelo y luego en la cocina de butano.
Hoy, que esas cosas han desaparecido, los padrenuestros estarán en función de la potencia a la que pongas la cocina, de lo " gorda " que sea la tajada de tocino y del " gusto " de cada comensal: a unos le gusta muy pasado, a otros poco pasado y, por último, los hay a quienes les gusta casi crudo.






Mi tía Floripe me enseñó algunas recetas de " El buen Amigo " en las que se trataba el tiempo de forma religiosa, aunque nunca iban los rezos más allá de un credo y tres padrenuestros, todo, para cocer  un " relleno " en el puchero de los garbanzos.
Esta forma de medir el tiempo era una más de las que aplicaban en Cereceda cuando las cocineras no tenían " reloj de cocina " y, además, aprovechaban " que Dios andaba entre los pucheros " para pedirle algún milagro de antaño : " Que la harina se multiplicase en el costal y llegase hasta la nueva cosecha de trigo."

Fotos   google.com

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