viernes, 7 de febrero de 2025

 LA CASA DE LA HIJA DE LA GATA RABONA






Llevaba unos cuantos días sin aparecer por la cocina.

Mi madre estaba preocupada porque no encontraba los " gatines " de la hija de la Rabona.

La Rabona era la gata grande y vieja que dormía sobre la lancha de la lumbre y nadie se atrevía a interrumpir su sueño.

Yo estuve una tarde recorriendo toda la casa a la búsqueda de los hijos de la gata que tenía ese nombre: La hija de la Rabona.

Ella era la futura dueña de la casa y quien se movía por el cuarto de las patatas, por el corral, por la cuadra y por el sobrao sigilosamente pero con el aire de quien manda y es temida por los ratones.

- No encuentro los gatines y he mirado por todas partes, hasta me he subido al tenao del heno , le dije a mi madre a la hora de la cena.

Mi padre, que era poco amigo de los gatos, pues lo suyo era el amor a los perros, me dijo: Mañana te enseño dónde está criando la hija de la Rabona.

A la mañana muy temprano, antes de echarle a las vacas, me llevó al montón de raíces - traídas en tres viajes, dos carros desde Valdecarros y un carro desde los Fontanos - y me señaló el viejo tronco de un roble que cortamos en el prao del Chorrero.

Allí, en el hueco carcomido de aquel tronco, estaban los gatines de la hija de la gata Rabona.


Foto  pinterest.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario