LA ÚLTIMA LLAVE
Esta frase le " viene como anillo al dedo " a mis amigos del pueblo que tienen piso en la ciudad.
Ellos están acostumbrados a llevar una sola llave en el bolsillo.
Hoy es una llave moderna porque la llave antigua - que pesaba " medio kilo " - ha desaparecido o se encuentra colgada de un clavo en el portal como recuerdo de cuando la puerta de la calle era de madera " gorda " de roble.
- En el piso de la capital tengo que utilizar tres llaves: Una para entrar en la urbanización, otra para entrar en el portal y la tercera para abrir la puerta de casa. Como las tres son parecidas, nunca acierto a la primera. ¡ Con lo sencillo que es entrar en mi casa del pueblo !.
- Bueno, le digo yo riendo, al final siempre aciertas porque será una de las tres llaves.
- Pero, si tienes prisa, debes probar las tres llaves hasta acertar con la que necesitas usar.
- Nunca te rindas. A veces la última llave es la que abre la puerta.
- Además tengo que llevar la llave del buzón que está en el portal. Y la llave de la puerta del garaje. Y la llave del trastero.
- Parecerás San Pedro, añado todo serio.
- Mi mujer se ríe de mí porque no recuedo cuál es la llave de cada puerta. Antes en el pueblo se dejaba la llave de casa en algún agujero de la pared porque no te la ibas a llevar a las tierras o a los linares. Ahora ya nadie deja la puerta abierta ni la llave puesta en la cerradura.
Así es la vida de hoy que ha llegado de la capital a los pueblos.
Pueblos en los que antes todas las puertas estaban abiertas y " sin candar ".
Foto pinterest.es
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