EL ESTIÉRCOL NO ES SANTO, pero donde cae hace milagros
Una frase que escuché salida de labios de muchos " gatos ".
Mi padre decía " el estiércol es mejor que una bendición del cura ".
Y se lo decía a Don Jesús, sacerdote de Herguijuela que fué párroco de Cereceda unos meses antes de emigrar como misionero a América, y que estaba a pensión en nuestra casa.
Cereceda tenía un tesoro en sus corrales: el estiércol formado por los excrementos de los animales - vacas, cabras, ovejas, marranos, gallinas y la burra - y los carros de gelechos y de hoja que llegaban hasta los corrales para cama de los animales.
El estiércol que más le agradaba a mi madre era la ceniza de la lumbre.
Ella la recogía en en una herrada vieja o en un calderete inservible para su función de calentar agua, y, cuando se encontraba medio lleno, me pedía que le ayudara a llevarlo al huerto la Calleja el Castaño.
Esa ceniza era utilizada para el surco gordo en el que ella depositaba los dientes de unas cabezas de ajos.
Recuerdo un linar en las orillas del río Cerezo - el río Chico - que tenía una producción raquítica.
Un " buen día " su dueño lo vendió para emigrar al Norte de España.
El nuevo dueño y, sobre todo, la nueva dueña lo abonaron y " echaron en él una noche de ovejas ".
Lo sembraron de patatas y dos canteros de alubias.
Mi padre " sentenció " con un poco de sorna gatuna " Este año ha dao más sacos de patatas y kilos de alubias que en los veinte años que lo tuvo el su anterior dueño ".
- " El estiércol no es santo pero en los linares hace milagros" le " espetó " el tío Manolo el herrero.
Foto Google.com
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