EN LA MESA Y EN EL JUEGO se conoce al hombre nuevo
Este es un proverbio que mi tía Floripe repetía cuando alguien nuevo acudía a su casa.
A mi tía le agradaba invitar a merendar al cura del pueblo. Unos churros caseros y una taza de chocolate muy espeso eran la merienda.
A veces el párroco acudía con algún acompañante.
El chocolate estaba tan espeso y tan caliente que yo le añadía leche fría. Leche de las cabras.
Cuando el invitado, que acompañaba al cura párroco se marchaba, mi tía ya tenía " el estudio sicológico " de ese cura.
- Ese párroco nuevo de San Martín es un cura muy majo, habla muy bien, es muy reverencioso y es muy educado. Esperó que yo sirviera todas las tazas de chocolate, fuera a la cocina a llevar la olla y la caza, trajera los churros y los pusiera sobre la mesa, para decirme lo bien que olía el chocolate. Me ha gustado ese cura nuevo.
En Cereceda había un grupo de hombres a los que le gustaba jugar a la brisca.
Comían nada más llegar a casa a la finalización de la Misa del domingo, y se dirigían a la taberna de mis padres para sentarse a la camilla. Siempre era el mismo el que llegaba el primero. Sentado en la su silla me enseñaba a barajar, porque " el barajar es muy importante y hay que hacerlo bien sin que se te caiga ninguna carta ", me decía.
Luego llegaban los otros cinco porque la brisca se juega con seis jugadores, agrupados de tres en tres. Si faltaba alguno, yo ocupaba su silla hasta que llegara. Siempre era el mismo el " tardón ", que, además, llegaba cabreado porque la su mujer se había quedado charlando en la plaza al salir de Misa y " luego comentando el sermón con el cura " y la comida empezaba tarde. " La mi mujer es la culpable de que llegue tarde."
Si mi padre me reñía o me llamaba para algo, yo dejaba la silla y los cinco le pedían a un nuevo jugador que ocupara ese lugar. Ese nuevo jugador era el cuñado o el primo de algún miembro del trío " cojo ".
Al acabar la partida, a veces, ya sin sol, yo escuchaba sus comentarios.
- Ese cuñao tuyo no tiene educación, Nunca más lo invitaremos a jugar con nosotros : grita, tira las cartas, se levanta tres veces a mear, y, si pierde, le echa la culpa a los dos compañeros.
El que lo había invitado a ocupar la mi silla musitaba " en la mesa y en el juego se conoce al hombre nuevo, Nachito."
Ya lo decía mi padre. Ya lo decía mi tía Floripe.
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