CUENTO HASTA VEINTE : Uno, dos, tres, . . .
Era un juego muy divertido para jugarlo en la plaza antes de entrar al Rosario.
El juego del escondite admite multitud de jugadores e igualmente de buscadores.
En mis años infantiles había niñas que jugaban con nosotros y que les gustaba también dedicarse a la búsqueda.
En aquellos años era fácil esconderse fuera de la plaza porque las calles estaban carentes de farolas e incluso en la plaza la luz era mortecina, cuando la había,
Recuerdo algunos " noviazgos " infantiles nacidos del juego del escondite.
Más de uno y de dos llegaron a buen puerto que se llama boda, mientras otros se perdieron por el camino de los años o de la emigración, pero todos recordamos con alegría las noches de escondite en primavera antes de entrar al Rosario.
Hoy he intentado contemplar algo parecido en los veraneantes pero su agilidad, su maestría callejera y su esconderse al refugio de sus familiares, me han demostrado que son " gente menuda " de ciudad.
Mi deseo de larga vida a quienes " jugando al escondite alrededor de la iglesia encontraron el amor ".
Foto pinterest.es
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