UN DEDAL PARA CADA COSTURERA
Mi tía Floripe tenía una colección de dedales.
Ella los había ido comprando al vendedor ambulante que cada año aparecía por el pueblo y, entre todos los artículos que llevaba en sus maletas, figuraban en " primera fila " los dedales.
Una " abuela gata " me ha contado que ella consiguió tener una veintena de dedales porque " cada año mi padre me traía un dedal cuando volvía de la siega de Villamayor . Yo los guardaba en el costurero y algunos ni siquiera los llegué a estrenar ".
Una maestra de una Escuela Unitaria me contó que en el pueblo - 27 vecinos - en el que ella estuvo de Maestra de niños y de niñas durante nueve cursos, las niñas no llevaban dedal para coser porque sus madres no tenían dos reales para comprárselos. Ella los compraba con el dinero que le daban para tiza, tinta y tinteros. " Así cada costurera tenía su dedal ", me dijo sonriendo.
Yo tengo en mi colección de llaveros algún dedal con la imagen de alguna Virgen, regalo de los amigos de esa tierra o de alguna mujer devota a la que se lo regalaron " cuando se cosía en casa, pero te lo regalo porque ya nadie cosa en mi familia ", me explicó al hacerme ese estupendo regalo para mi colección.
Recuerdo haber visto un " puñado " de dedales metidos en un cuadro adornando la entrada de un restaurante pero protegidos por un cristal " ante el temor de que los roben quienes vienen a comer ", me ha dicho en varias ocasiones la dueña, costurera de profesión antes de cocinera, y muchos heredados de su familia materna y paterna.
Foto pinterest.es
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