PAN, UVAS Y QUESO
Un trozo de pan con un racimo de uvas para merendar era una solución muy " socorrida " en la merienda de los niños al salir de la escuela.
A mí me gustaba esa merienda.
Las uvas eran de Las Casas, el pueblo donde se criaban las mejores uvas para colgar en la sala.
Mi madre colocaba los racimos con cuidado en una cesta de mimbre, comprada a alguna gitana a cambio de alubias, y de allí los íbamos comiendo siempre para merendar.
Por las calles del pueblo te podías encontrar a algunos hombres que iban a la fragua y , acompañados de su carea, se dirigían despacio comiendo un racimo de uvas y un " cacho " pan.
La perra iba bailando alrededor del dueño que le tiraba un pedacito de pan y una sonrisa. Las dos cosas las cogía en el aire.
Se habla también del queso.
En Cereceda se hacía queso de leche de cabra y de leche de oveja,
Era muy " difícil " hacer queso con leche de cabra cuando en una casa había solamente cuatro o cinco cabras. La leche se destinaba para el desayuno en los meses fríos y para hacer la " migá " con la que se cerraba la cena en los meses de calor.
Había un muy buen queso de oveja, hecho en las casas que tenían ovejas.
La entrada en las casas se hacía a través de un portal, amplio y con luz de la calle. En esas casas olía a queso porque en el portal se ponía, colgada del techo por unas cuerdas, una tabla de roble en la que se secaban los quesos de la casa.
Ese queso solía consumirse en la familia por lo que era una " heroicidad " encontrar alguna casa en la que te vendieran un queso de oveja.
Yo conocía las pocas casas en las que se hacía queso con leche de oveja y la " gata " quesera estaba dispuesta a vender alguno " a precio de oro " para la taberna de mis padres o para algún compromiso de la tabernera.
Foto pinterest.es
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