PELANDO PATATAS PARA LA CENA
La cena en Cereceda tenía siempre el mismo menú.
Había alguna excepción : las cenas de los dos días de la matanza, las cenas de los dos días de los Patronos del pueblo, o la cena de Nochebuena en la que mi abuela Fausta siempre preparaba un primer plato de castañas pilongas y detrás cabrito.
El menú diario eran patatas, esbaratás o caldosas, a gusto de la cocinera, y torreznos de tocino frito.
Las patatas abundaban en casi todas las casas de Cereceda.
El " pelar " las patatas para la cena era un oficio que todos sabíamos hacer. Y, si las " mondas " salían gordas, no importaba porque los marranos, las cabras y las gallinas las aprovechaban, unas veces crudas y otras cocidas.
A mí me gustaba el trabajo de pelar las patatas porque en invierno se hacía en la cocina, al lado de la lumbre, y allí se estaba mejor que en el corral atendiendo a los corderos chicos o a los chivos.
Mi madre no dejaba que yo las cortara en rodajas - porque " siempre las cortas en rodajas gordas y luego se tardan mucho en cocer " - y era ella quien, con paciencia las cortaba en rodajas finas.
Tampoco me dejaba esbaratar las patatas cocidas dentro del puchero con un cucharón de madera.
En ese trabajo las " gatas " viejas eran especialistas. Las dejaban tan finas que " las dejábamos mejor que con el pasapuré de hoy día ", te dirá cualquier señora " gata ", niña en los años del hambre y abuela feliz en los tiempos modernos.
Unas sopas de pan, pan " masao "en casa, servían de fondo para absorber las pocas gotas de caldo que en ellas hubieran quedado.
Hace algunos veranos las probé en un restaurante y no sabían ni a patatas ni a patatas esbaratás.
¡ Qué desilusión !.
Foto pinterest.es
Este artículo corresponde al domingo, día 25 de setiembre.
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