¡ ARRIMA LA BURRA . . . !
Es una exclamación que aprendí siendo niño.
Era una orden de mi abuela Fausta quien, viuda desde hacía años y con siete hijos a su cargo - cinco varones y dos hembras - estaba acostumbrada a decir a todos los presentes - y quizás también a los ausentes - lo que tenían que hacer.
Cuando mi abuela quería ir a Valcabrero, una zona del término municipal muy querida por ella , siempre utilizaba la burra.
Para subir a la burra y sentarse " de lado " porque mi abuela nunca se vistió con pantalones - aunque según el señor Heliodoro que era el juez de paz , " tu abuela es quien lleva los pantalones en su casa ", -
era necesario que yo le arrrimase la burra al machadero que había en la puerta de su casa o a la elevación de la calle que había a la puerta de la señora Rita, su vecina.
Cuando había que subirse a la burra tanto las mujeres como la gente menuda, buscábamos una pared o unas engarillas o cualquier otro " medio " que nos permitiera subir con seguridad a lo alto de la albarda.
Recuerdo que en una ocasión en la que yo le expliqué a un amigo de la capital la razón de ser de los machaderos a las puertas de las casas de Cereceda - que era para machar el lino - una señora " gata " que estaba en la Plaza esperando a Serafín, el " carrefour " de Villanueva, añadío " y también pa que las mujeres nos podamos subir a la burra y en Villanueva son piedras más altas pa que se puedan subir al mulo ".
¡ Arrima la burra ! es una exclamción perdida del idioma " gatuno " porque son raras las burras que hay en el pueblo y más raras aún las " gatas " que viajan en tan apreciado medio de locomoción.
Foto pinterest.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario