EL PASTOR QUE SE CABREA TIRA LA CAYÁ, y cuando va a buscarla, no está.
Es un refrán que me decía mi padre cuando íbamos a juntar hoja y primero había que rozar.
A mí el trabajo de rozar me daba miedo porque la hoz y yo éramos incompatibles. La hoz tenía la costumbre de acercarse a mis dedos y en la " roza " no se usaba la manija como ocurría en la siega.
Al acabar de rozar, tiraba la hoz al suelo enfadado y, como íbamos juntando la hoja, luego no la encontraba. Mi padre se reía de mí y me pedía que la buscara en el carro porque a lo mejor había ido en algún brazado de hoja.
- El pastor, cuando se cabrea tira la cayá a las ovejas, que huyen despavoridas, por lo que ninguna recibe el golpe. En ese momento lo que hace es seguir a las ovejas y, con la ayuda de la carea, tornarlas a un grupo. Y, cuando va a buscar la cayá, no la encuentra.
En el inicio del verano teníamos que ir a los linares temprano a zachar las patatas y a acogumbrarlas. El regreso a casa solía ser con abundancia de cansancio. Toda la mañana con " el lomo doblao ", hacía que al llegar al corral tiraras la azada en cualquier parte, y a la mañana siguiente, tuvieras que dar una vuelta por todo el corral para encontrarla.
Si preguntabas para saber si alguien la había visto al atender el ganado, mi abuela Fausta decía : " quien no sabe dónde deja la petaca no puede fumar un cigarro cuando quiere " porque la petaca solían dejarla los fumadores en la camilla y estorbaba, o en algún escaño de los que había en el portal.
Yo siempre tuve problemas con los pizarrines a la hora de coger la pizarra para ir a la escuela. Mi madre me aconsejaba que tuviera media docena " perdidos " por la casa y así encontraría alguno.
Son los problemas de no amar " las herramientas del trabajo " aunque los pizarrines eran de pizarra y, quizás, está mal denominarlos " herramientas ".
Foto Google : El Norte de Castilla.
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