LA TOMA DE LAS DIGISUELAS
Una señora " gata " me pregunta " si todavía existe la Toma de las Digisuelas a la que ella iba a bañarse con sus amigas cuando era niña y cuando fué moza ".
Es una toma que yo conozco muy bien porque el prao en el que se dejaba la ropa era de mi padre, y hoy, si queda algo de él, es de mi propiedad.
Era la Toma favorita para bañarnos la gente menuda porque estaba cerca del pueblo y cubría poco.
La Toma de la Isla era de una categoría superior y estaba muy lejos y cubría mucho.
Mi padre tenía unos chopos, que plantamos un invierno, en los que la " mocedad ", que se decía en Cereceda, se dedicaba a grabar los nombres de sus amores.
El último verano que estuve en el pueblo, antes de la pandemia, visité el prao de las Digisuelas, palabra que figura en mi email, y lo encontré lleno de zarzas, pero quedaba algún chopo en el que se podían ver las marcas de corazones y nombres que el tiempo había hecho ilegibles.
La Toma de las Matas estaba " sangrada ", que significa abierta por la mitad para que el agua corriera " a sus anchas " sin detenerse porque los linares que se regaban con el agua de esa Toma están " perdidos ".
Mi paseo por la Ladera fué muy agradable por el olor del tomillo que es abundante y porque me traía el recuerdo de mis tardes de verano con las vacas camino del río Yeltes.
Señora " gata ", con un buen palo o una cayá se puede dar un paseo por la orilla de los huertos y recordar " tiempos de antaño " que hogaño solamente quedan en nuestros recuerdos.
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