sábado, 11 de abril de 2020
PONER EL PAN EN LA MESA
En Cereceda - en todas las casas - siempre ha habido unas normas con el pan.
Para los " gatos " y las " gatas " el pan es sagrado. Quizás porque en Cereceda nunca ha faltado el pan. El pueblo producía trigo. Ese trigo se llevaba a la fábrica de harinas de Arroyomuerto ( hoy San Miguel del Robledo ).
Una parte se vendía al precio que fijaba el Gobierno y otra parte se convertía en harina, que se traía al pueblo. Eran costales de harina que se iban " estirando " para tener pan todo el año.
Cada casa tenía su horno y su torno de hacer el pan. " Masar " era un trabajo rutinario en las casas del pueblo.
El pan se ponía en la mesa boca arriba. Con la parte donde estaba el " sello de la casa ".
- El pan hay que ponerlo bien porque si no la Virgen llora, nos enseñó mi abuela desde niños.
Estaba prohibido " bajo pena de sermón y castigo " clavar el cuchillo en el pan. Eso " era pecado porque era clavar el cuchillo en el corazón de Jesús."
Si un trozo de pan se caía al suelo, se recogía y se le daba un beso.
- No has besao el pan, decía mi abuela. Y había que besarlo y que ella lo viera.
Mi madre, mi abuela y las mujeres del pueblo " musitaban entre dientes " una plegaria cuando se caía el pan al suelo.
Nunca conseguí que me la dijeran. Desconozco si era la misma en todas las casas o si cada mujer decía la suya.
Una vez sentada la familia a la mesa, era el padre quien iba partiendo un trozo de pan para cada miembro de la familia.
Cuando yo era niño, con ese trozo era suficiente para toda la comida.
- Hay que racionar el pan, decía mi madre, porque con esos costales de harina tenemos que tener para todo el año.
Yo soy muy " panero."
En mis veranos en el pueblo, si algún día se me ha olvidado encargar el pan, puedo presumir de haber ido al Cabaco, andando, a buscar un pan.
Foto directoalamesa.blogspot.com
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