¡ QUE NO TE VENDAN LA BURRA !
Era un consejo que todas las mujeres daban a sus maridos cuando tenían que hacer alguna compra de tierras, de linares, de ganado, de paja, de garbanzos, alubias, patatas, de ...
En Cereceda " vender la burra " significaba " saber disimular los defectos del producto que se quería vender."
Para realizar la venta se necesitaba mucha " labia ", especialmente si el producto de la venta tenía algún defecto.
- El tío Fidel tiene mucha labia y es capaz de vender una cabra coja y vieja a su mujer. Tú le has pedido que te venda dos cabras que estén preñás; seguro que las " impla " esta noche pa que parezca que " traen " dos cabritos cada una. ¡ Ten cuidado, que no te vendan la burra !.
- La mujer que vive en una de las últimas casas de la Esquina me enseñó unas alubias blancas, limpias y gordas, me dijo que eran blandísimas, que se cocían sin lumbre y que daba gusto comerlas. Pues me vendió la burra y me las cambió cuando subió al sobrao a buscar dos kilos más, porque ahora necesitan toda la mañana para cocerse, escuché decir a un comprador de Matilla de los Caños en la taberna de mis padres.
- El quiñón de leña que te ha tocao tiene tres o cuatro robles reviejos que será mejor que los cortes y los hagas leña; tienen dos carros de leña, me dijo el alcalde cuando sacó el número de la gorra del Gumer. Pero el alcalde me vendió la burra porque entre los cuatro no tenían ni medio carro y estaban huecos y carcomidos; y las ramas eran " secarones ," que dice mi mujer que sólo sirven para hacer ceniza y llevarla a la cortina pal surco de los ajos.
Como los gitanos, vendedores de todas las burras que había en Cereceda, sabían alabar a sus caballerías y " cantar sus excelencias " ante el corro de compradores y curiosos reunidos en la plaza, se hizo célebre la frase entre las gentes del pueblo: " Que no te vendan la burra."
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