LA CARAMA
Esta palabra la aprendí de mi abuelo Matías.
También la escuché al tío Eugenio, el padre de Daniel.
Los dos vivían en las calles que salen del Altozano y se dirigen hacia el río Yeltes. Por su proximidad al río son calles propicias para la carama.
Recuerden que la casa de mi abuelo Matías y la casa del tío Eugenio dan en sus traseras a una calleja sin nombre en la que el sol apenas entraba un momento al mediodía. Esa calleja se mantiene todavía pero sin salida al Altozano como tuvo en " otro tiempo."
Carama es el nombre que ellos le daban a la escarcha.
La escarcha es el rocío de la mañana congelado, convertido en hielo.
Todos los " gatos " madrugadores le tenían miedo a la carama, que era capaz de quemar las hojas de las berzas, de las remolachas y la yerba de los praos.
En las tierras sembradas de trigo o de cebada era una imagen parecida a la de la nieve.
Al llegar el mediodía, si el sol era capaz de romper la niebla que aparecía muchas mañanas en Cereceda, la carama había desaparecido, " menos en los rincones de los huertos y en las esquinas de algunos linares ". En esos lugares la carama se mantenía " días y días " hasta que la lluvia la hacía desaparecer.
Carama es una palabra que tiene tres " aes ", palabras que siempre han sido de mi agrado..
Bellas palabras del castellano del " mi " pueblo , que hoy han caído en el olvido.
Foto eltiempo.es
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