AL SERRADOR, VINO, y a la sierra, tocino.
Hoy he hablado con un amigo " gato " y le he contado que en mi huerto tengo un destral, herencia familiar y traído del pueblo, para trocear las maderas y los palos con los que hacer una barbacoa.
Él se ha reído y me ha hablado de la sierra. La sierra con la que muchos años se dedicó a trocear robles, el tronceador, que manejaban dos mozos para hacer traviesas. Unas traviesas que iban en camiones camino de las minas del Norte de la provincia de León.
Y me ha contado el refrán que decía el encargado de la " corta " en la Piñuela : " Al serrador, vino, y a la sierra, tocino."
" A quienes nos pasábamos el día con la sierra en la mano, decía el encargado, que no debíamos beber agua, sino vino, que daba más fuerza. Ese mismo vino tinto que nos llevaba en una damajuana de cuartilla desde la taberna de tus padres, lo utilizábamos para curar la hinchazón de una mano o una muñeca tras el mucho trabajar.
" En cambio a la sierra, decía él, que se la debía untar con tocino para que los dientes resbalaran bien en el interior del tronco. Ese tocino, que muchas veces estaba " rancio ", lo traía de la carnicería de Fermín, de La Alberca.
" Yo le decía al encargado, que era de un pueblo de León, que el tocino era bueno también para los serradores."
- Si coméis mucho tocino frito, luego os dará sed y beberéis mucho vino y cuando llegue media tarde unas traviesas serán más gordas que otras porque ya no véis las rayas del metro.
Así se " tiraban robles y se convertían en traviesas en los montes de Cereceda."
Foto google,com
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