LA TARJA
La tarja fué la primera tarjeta de crédito de la era moderna.
Aparece en algunos escritos en piedra en la cultura de Mesopotamia y en el Perú precolombino.
Se han encontrado huesos de animales con muescas y cuerdas con nudos hechos en ellas, que servían para contar.
La tarja es un instrumento de madera que servía como instrumento contable, usando la " partida doble " auspiciada en Florencia por el fraile franciscano Luca Paccioli ( 1.445 - 1.517 ) que cumplía la premisa mercantil " no hay deudor sin acreedor ", y se podía cuantificar en dinero, bien para canjear por otro producto, o para cobros y pagos en efectivo.
La tarja era un palo que en la provincia de Salamanca se utilizaba para el trueque.
El labrador recogía la cosecha de trigo y entregaba una cantidad al panadero, el cual por tantos kilos de trigo le proporcionaba un número de tarjas tras un acuerdo. La familia del labrador acudía con su tarja a la panadería y recibía un pan de dos kilos, una hogaza.
El panadero hacía una muesca en la tarja y así quedaba la señal de entrega para ambos.
Cuando las tarjas se terminaban, se terminaba el trueque de panes por cereal.
Más tarde el " palito contable " se utilizó en los pueblos y en la capital como tarjeta de crédito : ibas a buscar el pan a la panadería, te hacían la muesca, y a final de mes, pagabas la deuda.
El panadero te daba una tarja y tú ibas - casi siempre la " gente menuda " - a buscar el pan. Luego la madre - en Cereceda la contabilidad la llevaban las madres - contaba las muescas de la tarja y entregaba las " pesetas ".
Yo conocí la tarja en Matilla de los Caños a donde acompañé muchas veces a mi tío Horacio - mi padrino - a vender alubias, garbanzos y chochos con la burra, o a vender patatas con el carro de vacas.
Una tarja tenía las muescas de los kilos de alubias y otra tenía las muescas de los kilos de patatas.
Foto alumni.usal.es
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