LA PUERTA, EL PASADOR Y PETITE.
En las casas de Cereceda - fueran viviendas, corrales o chicorzos - era costumbre hacer un zócalo de color azul porque el resto de la pared estaba pintado con cal blanca
La puerta se pintaba de ese mismo color.
Esas puertas de madera de roble tenían un pasador para cerrarlas. Era un cierre imposible de abrir para los animales que habitaban el corral.
En las puertas se hacía un agujero redondo - la gatera - para que las gatas pudieran entrar y salir libremente aunque la puerta estuviera cerrada.
El dueño de este corral es poco amigo de la familia gatuna, aunque, a lo mejor, él es " gato ".
- Sería mucha molestia hacer una gatera para que yo pueda entrar y salir cuando me parezca bien, está diciendo Petite en su empeño por entrar en el corral. Se lo tendré que decir a mi amiga María que me coge en sus rodillas para que se lo pida a su padre.
Más tarde se lo ha pedido a su dueña, pero ésta no le ha hecho caso. Ha sido ella quien le ha dicho a su marido que no haga la gatera en la puerta pues, cuando quiera que Petite, la gatina hija de la Mutarela, entre en el corral le dejará la puerta entornada. Pero ella no quiere que entre a cualquier hora porque tiene que ponerle la comida a la clueca y a su " tropa " de pollitos. Tiene catorce porque este año no le han esbaratao la puesta las tormentas, y la comida que le pone a la pollada es pan duro ablandado con leche. Y a Petite, ya se sabe que las sopas de pan mojadas en leche es su plato favorito.
¡ Pobre Petite !. Por mucho que " míe " y vigile la puerta a ver si se abre, la dueña hará como que no lo oye, como quien oye llover, que se dice en Cereceda.
Foto pinterest.es
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