" A CUALQUIER TRAPO LLAMÁIS CAMISA "
Un día mi tía Floripe se dió cuenta de que tenía lleno el barreñón de la ropa sucia y tenía que bajar hasta el río de la Cuesta a lavar. Mi tía siempre acudía a lavar al río Yeltes, al que entre otros nombres había " gatas " que lo llamaban el río de la Cuesta.
La Cuesta era, y es, una zona de huertos entre las casas y el río, que " por razones del destino " se riega con el agua de la Poza, el agua del común o el agua de Fuente Grande. Está en una ladera y en el fondo se encuentra el cauce del río Yeltes.
Mi tía estuvo revisando la ropa que " había ido a parar " al barreñón y se encontró alguna camisa " vieja ", camisas que se aprovechaban durante la siega y, sobre todo, las mañanas que se iban " a coger garrobas."
Ella apartó dos camisas y les dijo a sus hermanos " a cualquier trapo llamáis camisa ". Aquellas camisas no merecían tal nombre pues les faltaban los botones de las mangas, porque ellos las llevaban " remangadas ", y algunos botones de la pechera. ¿ para qué los querían si con el sudor estorbaban ?.
Les dió un lavado en la pila que había en el corral y los colocó sobre las bardas que esperaban en el corral para la lumbre. Allí se secarían - lejos de los ojos de las vecinas - y luego los haría servir de " trapos viejos ".
Esta historia de las camisas de segar eran iguales en todas las casas del pueblo. Tras el final de las faenas del verano, algunas camisas pasaban " a mejor vida " convertidas en trapos y en tiras para hacer las mantas que se colocaban encima de los escaños o debajo de los colchones.
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