HORMAZOS
Esta palabra me la enseñó un cazador de conejos, especialista en cazarlos sentado con la escopeta preparada y el perro ayudándole.
Hormazo es un montón de piedras sueltas.
Cuando en Cereceda se roturó Valdejardas, una zona del término municipal en el límite con Cilleros y hoy abandonada para el cultivo de cereales y dedicada a la " cría de encinas ", se hicieron montones de las piedras sueltas que había en cada suerte.
Mi padre decía que alguna suerte tenía más montones de piedras que hacinas de trigo, porque la producción era escasa y muy trabajada.
En esos hormazos se escondían los conejos. Un poco de paciencia y un buen perro los obligaban a salir y el cazador los esperaba sentado en lo alto del montón de piedras.
Cuando hacíamos la peregrinación a la Peña de Francia, yo le expliqué a mis acompañantes que esos montones de piedras que había en el camino de subida, una vez pasada la Fuente de Simón Vela, se llamaban hormazos, y para los montañeros eran unos lugares " sagrados " a los que cada peregrino debía añadir una piedra. Y así lo hacíamos. Algunas piedras tenían escrito el nombre del peregrino, de su novia y, hasta alguna plegaria, o alguna promesa de volver en años posteriores.
Hermosa costumbre la de dejar una " huella " de nuestro paso por ese camino a la Peña.
Foto google.com
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