LA MAJADA DE VALDECASERAS ( continuación )
Quiero hacer mención a un tema personal de mis andanzas por Valdecaseras.
Cuando la piara de ovejas se quedaba a dormir en la Majada, durante el tardío, y como mi padre era uno de los ganaderos de la misma, yo acudía al ponerse el sol a llevar la cena al pastor. Yo tenía 12 años. Mi retorno al pueblo era al oscurecer, " entre dos luces ", con la llegada de las sombras de los árboles a lo largo de la carretera.
Esa falta de luz me permitía entrar en una finca de la señora Severiana, la madrina de pila de mi padre, en la que se levantaban los únicos castaños del pueblo. Y, " con nocturnidad y alevosía ", me echaba unas castañas a los bolsillos del pantalón.
Aquellas castañas, pues no había más en todo el pueblo, eran las castañas más ricas que yo he comido en toda mi vida. Yo no tenía conciencia que fuera pecado robar lo ajeno o llenar los bolsillos de castañas.
Como la iglesia dice que Jesús perdona todos los pecados, espero que haya perdonado los míos.
No puedo ocultar el miedo que me acompañaba en mi regreso al pueblo cada tarde que debía llevar la cena al pastor a las distintas majadas en las que dormían las ovejas, en los días, cada vez más cortos, del otoño.
Seguramente que los bolsillos llenos de castañas me añadían ánimos y valor a mis escasos 12 años de muchacho de pueblo.
Fotos Revista PATALOSO
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