LIAR EL PETATE
Escuché muchísimas veces la expresión en la posada de mis padres en Cereceda.
- Señora Constantina, prepáreme usted el desayuno mientras me encargo de liar el petate, le decían a mi madre algunos de los transeúntes que habían pasado la noche en la posada y habían dormido en la cama que ellos mismos se preparaban en el portal de la posada.
Para ellos consistía en doblar las mantas, doblar las sábanas - si las llevaban - y recoger la colchoneta y, atada con una cuerda o con una coyunda vieja, echarla en el carro tirado por el mulo.
En el carro llevaban toda la " mercadería " objeto de su venta y de su " forma de vida ".
Algunos de esos transeúntes - el afilador y el vendedor de trillos y de " chinas " y el buhonero y el arreglador de sillas, el " sillitero " y hasta los jóvenes porteadores de café portugués de contrabando - eran mis amigos y me invitaban a " liar mi petate y marcharme con ellos ".
Yo siempre ponía la excusa de que tenía que ir a la escuela y tenía que ayudar en misa, porque don Lamberto y don Antonio - pensaba yo - me necesitaban.
Mi petate hubiera sido sencillo : una maleta de cartón y dentro " algo de ropa " y otras albarcas porque las que tenía estaban con algunas lañas medio sueltas, o algún par de alpargatas, compradas al señor Adelio de Tamames, porque el par de zapatos que estrené el día de la Primera Comunión era seguro que me estarían " chicos ".
Algo parecido era lo que contenía mi " petate " el día que me marché a estudiar el primer curso de bachiller a San Martín de Trevejo ( Cáceres. España ).
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