LAS VACAS EN EL PRAO
En Cereceda se guardaban los praos para segar el heno con la guadaña y, con el carro de vacas, encerrarlo a " gobelás " en el tenao.
Un tenao que en muchos corrales estaba dividido con una separación para la paja y para el heno.
las ramas de aliso, abundantes en las márgenes del río Yeltes, constituían un " cierro " excelente para hacer la separación.
Era necesario hacer el " cierro " cada año porque, cuando se acababa la paja y no quedaba ni un puñao de heno " pa la burra " en el tenao, se tiraban los palos de aliso y se amontonaban en el corral encima de las bardas.
Todo acababa en la lumbre.
Algunos " gatos " decían " que no merecía la pena guardar un prao " y metían las vacas y los churros para aprovechar la yerba.
- Es como si las vacas fueran a la mejora a San Muñoz. El prao de los Terronales da mala yerba y poca y hay muchos terrones. Es el tercer año que lo dejo sin aguadañar y lo aprovecho con las vacas y los churros, decía mi padre.
Y las vacas se pasaban una semana o dos viviendo en el prao, aunque yo tenía que ir a sacarlas a beber en la canal del agua del pueblo.
Las llevaba a la Piñuela y, donde el agua cruza la alcantarilla de la carretera, les hacía una poza con terrones y hojas secas.
Mis manos eran la azada y, cuando bebían, " estrumpía la poza, para que el agua bajara por la canal hasta los linares de la Zera la Vieja o hasta la Poza, situada a la entrada del pueblo.
Las perdices y los perdigochos le daban las gracias a mi padre pues todos los años hacían nidos entre alguna " trepollera " de yerba o junto a una mata de roble o entre la zarcera en la que las liebres habían hecho la " cama " para criar a sus " lebratos ".
Foto salamancartvaldia.com
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