DEL DICHO AL HECHO VA UN GRAN TRECHO

- Señor cura, del dicho al hecho va un gran trecho, le dijo el tío Modesto a D. Antonio, el cura párroco, un día que yo lo acompañaba a visitar a una mujer enferma en la calle Larga, donde estaba la fragua y donde vivía el tío Modesto., el marido de la señora Fermina.

A mí me llamó la atención la frase y le pregunté a D. Antonio " ¿ Qué le ha dicho el señor Modesto ? " y D. Antonio me respondió " Nachito, ha querido decir que las personas dicen que van a hacer muchas cosas, pero después hacen pocas. Eso le ocurre también a los curas."

Mi padre repetía la frase en el bar mientras escuchaba a los mozos anunciar festejos, comilonas o farras que iban a hacer, pero que luego se quedaban en un baile con gaita y tamboril por algún tamborilero que bajaba de Cilleros, y empezaba " después de venir las cabras."

Las comilonas se convertían en algún gallo, guisado con arroz, que servía para despedir a algún mozo que se iba a la mili. Si el destino era África, la comilona era de dos gallos porque acudían todos los amigos, los quintos de ese año, los primos y parientes mozos y, hasta alguno de los pueblos de " alredor " a quien la suerte llevaba también " lejos de casa."

Las farras eran unas fiestas en la taberna en las que podían participar todos los que se apuntaban y " ponían unas pesetas " sin limitaciones. En aquellos años eran solo para los del pueblo. Había farras para los jóvenes, para los mozos, para los casados, para los de un barrio o para los que llegaban en Navidades del extranjero. Eran las farras de los emigrantes. 

A mi padre esas farras le gustaban " porque esos tienen dinero fresco ", decía él," pero duran  hasta las tantas  porque ésos a la mañana siguiente no van a trabajar."

Ésa era la explicación de la frase " del dicho al hecho va un gran trecho " que yo aprendí cuando era monaguillo y llevaba pantalón corto, calcetines de lana de las ovejas de mi casa hechos por mi madre, y abarcas " fabricadas " por el señor Pedro " el catalán."

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