EL ÁRBOL DE NAVIDAD.
Los antiguos pueblos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos colgando de las ramas de un árbol gigantesco llamado " el divino Idrasil " o el " dios Odín " al que le rendían culto cada año, en el solsticio de invierno, cuando suponían que se renovaba la vida.
La celebración de ese día consistía en adornar un árbol de encino con antorchas que representaban las estrellas, la luna y el sol.
En torno a ese árbol bailaban y cantaban adorando a su dios.
Cuentan que San Bonifacio, que llevó a esos pueblos la religión católica, derribó el árbol que representaba al dios Odín y plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano.
La manzana que representaba el pecado original y las velas que representaban a Cristo.
Poco a poco las manzanas se convirtieron en bolas y las velas en lucecitas.
En la punta del pino se colocaba una estrella que representaba la fe.
Foto google.com
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