UNA FOTO DE TRASANTIER
Trasantier es el día anterior a antier, y antier es el día anterior a ayer, y ayer es el día anterior a hoy.
Trasantier y antier eran palabras que se escuchaban por las calles de Cereceda en mi niñez.
De la foto, realizada en la cocina de una casa, quiero destacar la camilla redonda que había en todas las cocinas de Cereceda.
" Alredor " de la camilla se realizaba la vida. Allí se almorzaba, se comía y se cenaba. Allí se hacían los deberes en las pizarras de piedra que llevábamos a la escuela. Allí se jugaba a las cartas en las noches de invierno.
Las mujeres se quitaban el pañuelo cuando se sentaban a la camilla, pero los hombres mantenían la gorra en la cabeza. Solamente se la quitaban para comer.
La camilla servía para poner en ella los ovillos con los que hacer las mantas de tiras, la rueca y los husos para tejer la lana y hacer calcetines, jerseys y gorros.
En la camilla se escribían, a mano, muchas veces con un tintero y su tinta, los documentos de compra-venta, allí se revisaban los papeles " oficiales " que llegaban a casa, allí se firmaba.
Sobre la camilla estaba la bombilla. Una bombilla que " alumbraba cuando quería y cuando llegaba la luz desde la " fábrica " de las Casas del Conde."
En el casquillo había dos enchufes para enchufar la plancha cuando llegaron al pueblo las planchas eléctricas, o las " afeitadoras " cuando alguien encontró más sencillo afeitarse con esas maquinillas, olvidando las cuchillas, las brochas y el jabón.
En un rincón de la cocina había una peana con una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y un vaso en el que se colocaba la lamparita, hecha con aceite de oliva y una torcida, porque siempre había alguna necesidad por la que pedir.
Apoyado en una pared estaba el escaño de madera para sentarse. A veces se sustituía por un poyo de ladrillos rematado por una tabla de roble. Ese asiento era muchas veces el " cajón del pan ", en el que dormían una docena de panes, el día que se " masaba " y que se iba vaciando con el paso de los días.
En el centro de la camilla " ordenando la vida de la familia " el reloj despertador.
El despertador marcaba la hora de levantarse, de echar la comida al ganado, de regar el agua de la poza o de acudir a misa los domingos.
El cabeza de familia era el encargado de " darle cuerda al reloj " cada noche antes de acostarse.
Así era la vida en Cereceda hace muchos días y muchas noches.
Foto pinterest.es
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