YO TE LLEVO A TI y luego tú . . .
Era un juego para deportistas.
El corredor, que corría sobre sus manos, era necesario que fuera delgado y buen gimnasta pues debía ir dando saltitos sobre las manos
El forzudo lo llevaba cogido de los pies y debía sujetar bien para que al dar el salto no se " esbruciase " que significa irse de bruces o de morro o de narices contra el suelo.
El el patio escolar se hacían carreras con tres parejas participantes.
La apuesta solía ser de ida y vuelta sin parada intermedia y sin " esbruciados ".
El premio para el ganador era una canica que debían pagar los perdedores.
Luego venía la carrera a la inversa : ahora el forzudo se convertía en corredor y el gimnasta en forzudo.
Ahí era donde los animadores y mirones se divertían " de lo lindo " hasta que algún " pequeñín " se lo decía a don Lamberto que interrumpía las carreras y dejaba sin recreo una semana a los " atrevidos " corredores.
Una vez recuerdo una carrera de mozos por la carretera del Chapatal con la apuesta de una jarra de vino o una ronda en la taberna de Cándido.
Las mozas y la chiquillería nos lo " pasamos en grande ".
En el pueblo las TV y las antenas aún estaban a cientos de kilómetros, y había que " entretenerse la tarde del domingo, después del rosario, con la calva y otros " deportes " sin riesgo, en el Chapatal, la zona soleada del pueblo en invierno.
Foto pinterest.es
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