LA ESCUELA DE LOS AÑOS 40
" Ciñéndonos ya al siglo XX diré que en la decena de los años cuarenta había ( . . . ) por una parte, masificación de niños y, por otra parte las necidades económicas de las familias y el nivel cultural de los padres facilitaban el que los niños, llegados a una determinada edad, que en algunos casos eran los diez años, se ausentaran de la escuela para ayudar a sus padres en las faenas del campo, si no de modo habitual, sí con notoria frecuencia, lo que impedía una continuidad en el aprendizaje y la falta de estímulos en alumnos, padres y en el propio maestro.
" A esta masificación en el alumnado es preciso añadir los escasos medios con que se contaba en el material de aprendizaje, los rudos métodos empleados por el maestro para enseñar, pues los malos tratos físicos eran habituales, y el frío que en invierno se pasaba en la escuela, toda vez que la misma no suministraba forma alguna de protección. Recuerdo a este respecto que muchos niños llevábamos para combatir el frío la " calderilla " que no era sino una lata vacía, que había contenido escabeche de chicharro, de tamaño pequeño, a la que en sus bordes superiores se le habían hecho dos agujeros, por donde se pasaba un alambre que servía de asa.
" En el fondo de la lata se echaban unas ascuas cogidas del fuego de la cocina de casa, que en la " calderilla " se traían a la escuela para calentarse. En el recreo se avivaban las ascua mediante el volteo de la calderilla.
" Como se ve el ambiente no era el más apropiado para invitar al estudio y al fomento del aprendizaje ".
Gumiel de Mercado. Datos y Recuerdos. Isaac Esteban Rico Pág 428 y 429
Poco tiene que añadir el blog a este relato.
D. Lamberto no nos dejaba sacar las estufas al campo escolar durante el recreo porque la " mayoría de los días los que teníamos más de 8 años nos íbamos a llevar la comida a nuestros padres y la vuelta era a la clase de la tarde, cuando volvíamos, pues, si íbamos a Valdecarros, nos despedíamos de D. Lamberto hasta la mañana siguiente ".
Muchos días las cinco horas de clase se convertían en una hora y media, desde las diez y media hasta las doce.
La CALDERILLA en Cereceda se llamaba la lata de la estufa y había sido una lata de sardinas en aceite.
Hace unos años recordamos este aventura escolar con una carrera de estufas preparadas por José Luís Tapia Pérez, que nunca llevó la lata a la escuela pues nació y se crió lejos de Cereceda pero sí lo hicieron sus hermanos Bernardino e Ismael.
Yo tengo en la despensa de mi casa media docena de aquellas latas con su asa correspondiente.
Y ya ven, Cereceda y la escuela sin calefacción dió sacerdotes, religiosos, maestros y hasta titulados universitarios.
Foto Google.com Banco corrido y las pizarras sobre él. En una pizarra se desarrolló mi aprendizaje en la Escuela Unitaria de Niños de Cereceda hasta los 11 años ( desde el curso 47 - 48 hasta el curso 52 - 53 ).
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