VALE MÁS LA CENCERRA QUE LA CABRA
Escuché muchas veces esta expresión a mi padre.
A mi padre y a muchos " gatos " ganaderos les gustaba poner cencerras a sus cabras.
- Si se queda pal Valle Trigal a parir, podremos localizarla por el sonido de la cencerra, te decían.
Cuando una cabra se quedaba a parir entre el monte, buscaba un lugar junto a unas matas y, mientras realizaba el parto no se movía. Una vez la cría en las yerbas o en las hojas, la cabra se movía " para pedir ayuda ", decía mi padre, ante el peligro de que apareciera la zorra y le robara el cabrito.
Las correas de las cencerras casi nunca eran compradas, pues se utilizaban coyundas viejas en las que siempre había un trozo útil.
En mi casa llegaron a tener cencerra las cinco cabras que teníamos, aunque, una vez paridas, se las quitábamos y las colgábamos en una barda en el cuarto de las patatas.
En Cereceda había " gatos " que tenían una colección de cencerras de vacas, cabras y ovejas.
También en el ganado vacuno se le colocaban cencerras a las novillas.
Las novillas - vacas jóvenes de dos o tres años - tenían la costumbre de pelearse entre ellas. Con el ruido de las cencerras el boyero adivinaba la pelea y el lugar en el que se estaban " desafiando " y peleando.
El dicho, muy popular, significaba que no merecía la pena tener siempre una cencerra puesta en un animal porque " decían ellos, puede moverse sin cencerra, y hay que gastarse dinero ".
Hoy, una cencerra para ganado cabrío y lanar está entre los 10 y los 20 euros.
El cencerro dobla este coste, pero en Cereceda pocas vacas llevaban cencerros.
Foto Google.com
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